Pues sí, después de casi 2 años sin ir regresé a mi pueblo, con un motivo más que justificado: la comunión de mi prima.
Esto hubiera sido algo normal si no fuera porque hace casi 5 años que no cruzo palabra con una parte de mi familia; vamos, lo más normal en todas! jejeje.
Mirando la parte festiva, la niña no tenía otro sitio donde hacer la comunión que en mi colegio, y ¿qué quiere decir eso?, pues que nada más entrar me encontré con mi primera profesora, Sor Ana, que para colmo también fue la primera que le dio clase a mi prima y claro, las comparaciones: "Tú sabías Laura que también fui profesora de tu tía (es lo que tiene que te lleves pocos años con tu tía, que para todo el mundo aparentas ser tú la tía y no la prima), y que en clase era un bicho y no se estaba quieta?". Este es un hecho bochornoso, tengo una reputación que mantener, cómo pretende esta señora que yo ahora regañe a mi prima cuando hace algo mal si le está diciendo que yo era peor que ella?? Estas cosas no se debían permitir, jejeje!
La comunión estuvo genial, la peque no se puso nada nerviosa, para eso ya estaban mi tía y mi madre, para llorar como magdalenas en el momento crucial y para tener tal temblor de manos que eran incapaces de ponerle los pendiente a la nena.
Entre la iglesia y la comida, quedé con una de mis amigas de la infancia, María, contándole el gran momento que se perdió, en el que Jay me sonrió y me guiñó el ojo (dichoso campeonato de dardos!), y después de comer y de recorrerme Tarancón, porque no veas si ha cambiado el pueblo desde que no voy, tuve tiempo de revivir recuerdos y darme cuenta que, aunque no me guste la gente de ahí, no deja de ser el lugar donde me crié, y siempre te queda ese sabor extraño cuando regresas a la city...
Bueno, y para rematar la imagen de la velada...una niña guapísima llamada Laura, y su super prima-tía mayor...¿A qué estamos guapas?
Esto hubiera sido algo normal si no fuera porque hace casi 5 años que no cruzo palabra con una parte de mi familia; vamos, lo más normal en todas! jejeje.
Mirando la parte festiva, la niña no tenía otro sitio donde hacer la comunión que en mi colegio, y ¿qué quiere decir eso?, pues que nada más entrar me encontré con mi primera profesora, Sor Ana, que para colmo también fue la primera que le dio clase a mi prima y claro, las comparaciones: "Tú sabías Laura que también fui profesora de tu tía (es lo que tiene que te lleves pocos años con tu tía, que para todo el mundo aparentas ser tú la tía y no la prima), y que en clase era un bicho y no se estaba quieta?". Este es un hecho bochornoso, tengo una reputación que mantener, cómo pretende esta señora que yo ahora regañe a mi prima cuando hace algo mal si le está diciendo que yo era peor que ella?? Estas cosas no se debían permitir, jejeje!
La comunión estuvo genial, la peque no se puso nada nerviosa, para eso ya estaban mi tía y mi madre, para llorar como magdalenas en el momento crucial y para tener tal temblor de manos que eran incapaces de ponerle los pendiente a la nena.
Entre la iglesia y la comida, quedé con una de mis amigas de la infancia, María, contándole el gran momento que se perdió, en el que Jay me sonrió y me guiñó el ojo (dichoso campeonato de dardos!), y después de comer y de recorrerme Tarancón, porque no veas si ha cambiado el pueblo desde que no voy, tuve tiempo de revivir recuerdos y darme cuenta que, aunque no me guste la gente de ahí, no deja de ser el lugar donde me crié, y siempre te queda ese sabor extraño cuando regresas a la city...
Bueno, y para rematar la imagen de la velada...una niña guapísima llamada Laura, y su super prima-tía mayor...¿A qué estamos guapas?
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